Compre un café y me senté con mis cuadernos en una mesa del “Versailles”, una histórica cafetería de la calle ocho, territorio cubano por excelencia y pleno corazón de “Little Havana”. Entrar al lugar es de repente estar en otra parte y en otra época. Al “Versailles” le sobra ese no sé que tan esencial. Para mi, por ejemplo, el tan mentado café “Starbucks”, con sus infalibles técnicas de mercadeo y su multiplicidad de locales, no logra en su todo artificial, lo que el “Versailles” ofrece por naturaleza y con la amabilidad de otros tiempos. “Versailles” es ese lugar donde los cubanos se mezclan y se juntan. Mirándolos andar un poco y con el suficiente aire de esta ciudad pasado por los pulmones es fácil reconocerlos. Están los recién llegados que aun caminan mascando duro el trago de un exilio que aguantan con y como pueden; y también están los otros, los que antes fueron aquellos y que ya se hicieron la América por decirlo de alguna forma. Generalmente de ideas republicanas y conservadoras, suelen ser profesionales o dueños de algún buen negocio. Se los ve fácil, buenos autos, buena ropa, billete rápido, gafas de sol, cigarro o a su decir “Un Tabaco” en mano y siempre algo de oro adornando dedos, cuellos o porque no bocas, si, si, las mismas que cuando ríen, se ven brillando. Pienso en ese estereotipo pero también en el tipo que pasa por delante de mis ojos, no encuentro diferencias.
Cerca de mi mesa hay una mesa que nunca queda vacía, es la mesa de Domino que no es una mesa improvisada para jugar, no, no, es una mesa especialmente preparada con relieves para apoyar las fichas a la espera de la suerte. Hay 4 tipos jugando en parejas y otros 4 o 5 parados alrededor esperando su turno. La mesa es itinerante, tiene vida, se van dos y llegan dos nuevos. Si me apuran, creo que apuestan algo, son de esas cosas no muy evidentes pero tampoco demasiado secretas. Todos visten de claro y mayoritariamente usan guayaberas, esas camisas de hilo con 4 bolsillos adelante. Todos se conocen, quizás lleven años golpeando fichas de domino sobre la misma mesa de cerámica.
Y digo golpear por no decir estrellar. Porque estas fichas no se apoyan mansamente, todo lo contrario, se las prepara entre los dedos y se las estampa ampulosa y ruidosamente en la serpiente de domino que recorre la mesa.
Debo decir que los cubanos juegan al domino como los argentinos al truco, lo hacen en las mismas e idénticas circunstancias sociales y el griterío con la vociferación de bromas que se forma en torno a la mesa de juego son prácticamente los mismos. Uno siempre imagina al domino como un juego infantil con fichas del 1 al 6 pero no amigos, les aseguro que aquel juego de su imaginación dista mucho de este domino de la calle ocho. Para empezar los cubanos juegan con fichas hasta el 9, lo cual naturalmente aumenta las combinaciones y el largo de las partidas. Ahh y ni me pregunten porque no las entiendo, pero estos jugadores de “Little Havana” tienen estrategias de juego, cuentan fichas, se hablan, se hacen señas y se mienten. Los he visto y hasta alguna vez me he animado, no en esa mesa, no, no, para esa no me da, esa es profesional, diría. A esa mesa la miro de afuera, como dice el tango, como a esas cosas que nunca se alcanzan
Todos tienen alrededor de 50 años y beben una bebida con alcohol que creo es caña, cada tanto alguno acerca al grupo un café cubano o una “coladita”, un expreso azucarado tan espeso y fuerte que no se bebe de a uno, se lo comparte en vasitos un poco mas grandes que un dedal de costura. Yo miro y espero ya que siempre que se abre alguna ronda de vasitos de café, me toca alguno en la repartija y al final son tantas veces que se acerca algún cubano a mi mesa a dejarme la negra infusión que me obligo a comprar uno y convidarlo. Porque esa es otra cosa, el convite lo hace uno, nada de pedírselo a la camarera, es muy personal, hay que tomar los vasitos miniatura, servirlos y darlos uno a uno. Es fundamentalmente una forma de socializar. Cualquier semejanza con el inicio conversacional que otorga un mate no es pura coincidencia.
Como venia diciendo, el juego se torna ruidoso, ineludible. Al golpeteo de las fichas se le suman chicanas audibles y risotadas que al final de cada mano dejan al ganador mas ganador y al perdedor mas perdedor. Como en la vida, si el juego te acompaña, tu broma seguramente sera mejor recibida entre los presentes que la de tu oponente en desgracia.
Reconozco que apenas uno se sienta el griterío agrede, después uno se va acostumbrando y lo incorpora, al punto tal de que cuando se quiere se los escucha y cuando se decide ignorarlos, en un instante ya no están. Desaparecen solo para permitirme escuchar otras cosas que antes no percibía.
Entre tanto acento y modismo lingual cubano, noto que hay un señor que habla un español neutro que corta sin proponérselo y de manera notoria el bullicio uniformemente cubano. A juzgar por como se mueve en el grupo, tengo que decir que el hombre pertenece aunque de seguro no es cubano y esa circunstancia hace que yo afine mi oído y me ponga a jugar tratando de descubrir de donde es ese foráneo permitido a la mesa de domino mas cubana de la ciudad. De repente, termina una mano y explotan las risas, el foráneo perdió y entre risas se defiende de algunas bromas. Le escucho decir claramente “Anda gil, ¿A quien le ganaste? Anda a cantarle a Gardel” Y así es que a él se le acaba el juego pero prontamente a mi también. Ya se de donde viene el extranjero, pienso.
“Anda a cantarle a Gardel” les dijo y yo no dudo que los cubanos entendieron el sentido. Y no lo dudo porque muchos cubanos se dicen conocedores y amantes del tango. Muchos lo son en realidad. Pero flaco, ubícate, no estas en el “Tortoni” y habiendo tantos y tan buenos músicos cubanos, esos que son de la loma pero cantan el llano, yo los hubiera mandado, no sé, a cantarle a Willy Chirino o al Polo Montañez.
Un zorzal criollo muy particular no deja de sonreir desde un fresco de la calle 8 en pequeña Habana.
Les dejo un poco del Polo Montañez para meterle sabor y azucar al dia. Besos a Tutti
Un zorzal criollo muy particular no deja de sonreir desde un fresco de la calle 8 en pequeña Habana.
Les dejo un poco del Polo Montañez para meterle sabor y azucar al dia. Besos a Tutti
Muy bueno!!! Muchas gracias!!! Era tan sutil la mezcla de ambas culturas que escuche un tango oyendo cantar a Polo Montanez. Sigue escribiendo cosas asi!!!
ReplyDeleteSimplemente genial! (aunque sigo cantando los Beach Boys! jajaja jajaja)
ReplyDeleteBesosss!
un drupi autentico, placer leerte, como siempre,
ReplyDeletebeso grande dru!!!!
Muy bueno tacho. Te cuento que en el tiempo que vivi en Miami varias veces nos evacuaron. Una de las tantas termine en Cape Coral compartiendo la evacuación con dos matrimonios cubanos que nos enseñaron a jugar el domino (con 9) y a tomar el café que describís. Cafe que a la matina luego una noche difícil ayuda, de manera, a incorporarse. Te mando un abrazo grande
ReplyDeletebuenisimo, como todos ! jajaj.. la verdad que a ti te pasa cada cosa por ahi !
ReplyDeleteextraño Miami.. y en definitiva, los colados cubanos compartidos :)
Thank you Dario, that was a very good read. That was very well written, congrats! I really enjoyed it and able to visualize the whole thing, as well. Me dio mucho sentimiento reconocer como son mi gente y me da tristesa saber que en mi pais mi gente no son libre! Muy bueno, Gracias! :)
ReplyDeleteME ENCANTO, TU DESCRIPTION DE ESA PARTE DE CULTURA CUBANA QUE UNO RESPIRA EN EL VERSALLES . ES IMPECABLE. LO LEO Y ME PARECE ESTAR EN LA 8. TAMBIEN EN MI COMMENT RECORDABA (HACE MUCHOS AÑOS YA) CUANDO TOMASTE TU PRIMER CAFE CUBANO Y NO DORMISTE POR DOS DIAS JA JA JA
ReplyDeleteQUE PASO CON EL LENGHT DE LA CHRONICLE? MODIFICASTE LA MODALIDAD O FUE CASUALIDAD? BESOS
Brillante, Darío!!!!!!Siempre es un gusto leerte!Tenés el don de hacernos sentir que estamos allí en ese momento. Un rastro de García Marquez o el magnífico Jorge Amado.
ReplyDeletePerseverá en la escritura, es un talento que se da poco.Animate a escribir un libro de tus crónicas miamenses que son imperdibles.
Gracias por compartirlo. Un beso
Me encanto! Si hasta me senté en el “Versailles” a tomarme un cafecito mirando a estos expertos jugadores de domino! ;-)
ReplyDeleteVa una dedicatoria en face por regalarme ese momento con tu escritura! besos querido!
Imagino que hay un poco de nostalgia en lo que escribís, quizas el deseo de encontrar de nuevo algo que te haga sentir en tu casa aunque sea por un ratito tener la impresión que estás respirando de nuevo este olorcito a Buenos Aires que viaja en la letra de un tango para nosotros o en el ritmo de Polo Montañéz para tus amigos cubanos. Por ahi uno puede encontrar su lugar en otra parte, pero no hay forma de no mirar con simpatía a alguien que te manda a cantarle a Gardel cuando estás lejos.
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