Mientras tomaba los últimos sorbos de mi café pensaba y no dejaba de pensar. No en el argentino, ni en los cubanos, sino en Gardel. Pensaba en que vaya manera la de entrar en la inmortalidad la que tuvo el zorzal criollo, ¿A quien alguna vez no lo mandaron a cantarle al buen Charles Gardes? ¿Cuántas veces alguien en algún lado invoca su nombre para mandarle cantores? ¿Una vez por día? ¿Una por semana? Alguien, no sé, pregunto, cualquiera en cualquier lado. Porque creo que desde 1935, deben haber sido muchas veces, y contando. También imagino que si bien la frase debe ser natural de la Argentina y en particular de la ciudad porteña de su único querer; visto y oído estaba que no podía descartar por ejemplo, a la “Pequeña Habana”, que quizás obre como la muestra-botón para ese cualquier lugar donde una tarde cualquiera, alguien cualquiera se acuerde de mandar a otro cualquiera a entonarle unas estrofas al morocho del Abasto. ¿A cuanto queda la “Pequeña Habana” del “Abasto”? llego a preguntarme mientras alcanzo con la vista el fondo de mi taza.
Zorzal |
Y ahí nomás, me dejo llevar en mis ideas,voy de Gardel a los argentinos y de ahí a su hablar diario, a su decir repleto de personajes cuasi mitológicos, por decirlo de alguna manera.